lunes, diciembre 25, 2006

Una tarde en familia

Las reuniones familiares me encantan.
Me llevo bien con cada uno de ellos. Individualmente. Por un rato.
cuando todos quieren convencerme de algo, tienen alguna indicación o, por algún extraño motivo, de pronto tienen la irrefrenable necesidad de tocarme para hablarme ya no los soporto. y corro, para encerrarme en algún lugar con música. Como ahora.
Aunque la mayoría de las veces produce un efecto poco deseable: vienen de a 2 o de a 3 a preguntarme qué me pasa y cómo pueden hacer para ayudarme. O para pedirme algo, o comentarme algo.
CÁLLENSE! VÁYANSE! DEJENME SOLA!
No, no soy más que una adolescente...

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