jueves, diciembre 28, 2006

Tres es multitud

Sube la escalera, llega a ese lugar, sube el último tramo mientras saca su llave, abre la puerta, entra y su marido la está esperando con la comida lista, llegó antes que ella, como todas las noches, al medio día ella a la noche él; lo saluda, mira lo que preparó, no le gusta, pero nunca le gusta. Saluda a su hijito, Matute. Es tan chiquito, es tan bonito, la hace sentir tan bien, pero no lo suficiente, y se va a ir.

“Cada uno tiene su casa, es el lugar donde se siente seguro, donde sabe que va a estar bien, sea como sea, es su lugar, y es donde siempre quiere estar. Es su hogar, vos sos mi hogar” le dijo un día.

Se sacó la campera, dejó la cartera, preguntó si faltaba hacer algo y se sentó a la mesa.
- Me tuve que quedar hasta tarde, no te pude avisar, disculpá- él ya estaba acostumbrado a que llegara tarde era su trabajo, siempre.
- Está bien, no hay drama, es tu trabajo- realmente no le molestaba en lo absoluto, ya era la rutina así.
- A vos cómo te fue- siempre después de la disculpa venía la pregunta.
- Bien, como siempre, un montón de pendejos que lo único que quieren es perder hora, pero hoy se entusiasmaron, así que pudimos avanzar un poco- ¿y a ella qué le importaba?

- Hola mi vida, ¿cómo estás?
- Estaba esperando tu llamada
- ¿Cómo vamos a hacer hoy?
- Mirá, nos encontramos donde siempre
- Sí
- Y me llevás a donde vos quieras, la última vez elegí yo.
Hablaron unos segundos más y cortaron estaba todo dicho, día nuevo vida nueva, pero para ella eran dos vidas ya muy conocidas, también era rutina.

Llegaron a la recepción juntos, pidieron la suit 25, no importaba donde la suya era la 25, era el día en el que se habían conocido y ya era costumbre pedir ese número. Ya hacía 2 años que se conocían, ya se conocían mucho, él conocía hasta a su marido, aunque éste no lo conociera a él.

- Silvio, amor vení que está re linda el agua...
- Ya voy Caro.- Se desvistió y fue hasta el baño, estaba hermosa, siempre tan esbelta, fina, era de otra categoría. Había dejado atrás la cara de cansancio, era mérito de él.
Se metió en la ducha donde ella ya estaba, era tanto más baja que él, se agachó bastante para besarla, no le importaba, es más, le gustaba, lo hacía sentir bien, que podía protegerla, que lo necesitaba. La agarró por la cintura con fuerza y la levantó un poco, la dejó en el piso de nuevo, estaba muy cansado como para intentar esa posición.
La ducha era sólo para aliviar tensiones de un día largo, sabían que se iban a tener que bañar de nuevo. Sabían también que no tenían mucho tiempo, una hora, como mucho dos.

Sube la escalera y llega a ese lugar.
- Disculpá la demora. 

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