martes, marzo 24, 2009

Me encanta hablar con taxistas. Y a ellos les encanta hablar.
No a todos, por supuesto, pero también supongo que tiene que ver con el estado de ánimo.
Me encanta porque no tienen pelos en la lengua. Les chupa un huevo tirarte una posta y que te duela, total lo más probable es que no te lo vuelvas a cruzar.
Me encanta porque es como si tuvieran todo el conocimiento de sus pasajeros acumulado en un solo cerebro.
Que ya han visto a tanta gente en tantos estados distintos que ya tienen una vaga idea de lo que te pasa o de si les vas a hablar o no por como te subís, o por como te sentás, o por tu gesto, incluso por tu olor.
Si se inicia una conversación lo más probable es que tengan ya una anécdota presta a tu situación y algún ejemplo consolador a la par.
Me encantan porque parecen oráculos, muy mal pagos en ese servicio, pero oráculos.

No hay comentarios.: