sábado, diciembre 05, 2009

Más sueños mezclados con vigilas

Mis amigas viven desparramadas por ahí. Algunas acá, otras allá, algunas de nova otras solteronas arrepentidas, culpógenas.Pero anoche todas estaban conmigo, vivían conmigo.
Fue otro de esos sueños de vivencia colectiva. Un mediodía juntábamos los bártulos y salíamos todas juntas a almorzar, nos buscábamos algún bolichón en el centro. Pero el centro no era el centro en el que crecí, parecía más una versión chota de San Telmo pero mientras pasaba el sueño fui reconociendo la esquina. El bolichón era la panadería que está frente al cine San Carlos y el restaurant (ya van a entender) estaba en la puerta de Mega Shop que da a la calle de los lanchazos que nunca me sale el nombre. En fin, no Arias.
Entrábamos al bolichón y si bien no éramos muchas lo llenábamos. Pero habíamos previsto eso así que era muy temprano y no había nadie más.
A Raquel la operaron porque tanto esperó tener cáncer que lo tiene. Recuerdo cuando era chica una vez me dijo que una mancha roja que tengo en el pecho era cáncer que me hiciera ver porque me iba a morir muy feo. (Nótese que dije que "tengo" es decir que sigue ahí y yo sigo sin ser diágnosticada o en su defecto morir). En el sueño la que estaba enferma era mamá. Ella estaba internada cerca del bolichón y a la hora del almuerzo se escapaba en pijama a comer al restaurant porque no soportaba la comida del hospital. Nosotras los veíamos (ella y Chorch) por la ventana y cruzábamos. De la pobre moza que no atendiera ya nos habíamos hecho amigas.
Ubicábamos a mamá en la mejor mesa del restó con vista a la calle y todo perfecto pero ella quería ir a otro lado porque, claro, estaba en pijamas. Así que nos tocaba cruzar a preguntarle a la moza que solución se le ocurría y ahí estábamos analizando una mesa a la que le daba el solcito cuando empezó a sonar el teléfono. Es Luci, pensé y la miré a los ojos. No puede ser, si está acá. Sonó de nuevo. Sonó y sonó hasta que agarré el tubo del teléfono que está enchufado.

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