Proyectual

Como en un Reality Show me senté en un rincón de Recoleta a observar a sus habitantes.
A simple vista vi todas las edades, sexos, razas. Pero tenía que mirar más profundo, así que vi imponentes tapados de pieles sobre imponentes señoras, nenes abrigados hasta las cejas que corrían en un perímetro cuidadosamente delimitado, hermosos perros que paseaban a sus dueños, hermosos autos que hacían lo mismo, pequeñas ladys uniformadas con el traje de Big Brother, malevos oportunistas y algún que otro linyera durmiendo en un banco.
Esta zona de Recoleta contiene en un muy pequeño radio al Museo Nacional de Buenos Aires, al centro Cultural Recoleta, al Cementerio. Un pequeño pero fuerte núcleo cultural, obras extraordinarias, la cuna y la cumbre.
También contiene cine, Shopping, Buenos Aires Design, bares… que, influenciados por el museo, encarecen su valor. Entonces, estos lugares suponen la presencia de gente con un buen nivel adquisitivo.
Los habitantes de Recoleta son los autodenominados Gente Bien (hablando en términos muy generales, claro está), gente de la clase alta, gente de la aristocracia. Al que lo tiene todo no le gusta ver que hay otros que no tienen porque eso significaría ceder algo, por eso Recoleta es lindo, es una zona muy bella. Por eso es tan raro ver a un linyera, por eso es tan genial verlo.
Miremos hacia el cielo que es más hermoso.
Recoleta es una burbuja que encierra dentro todo el capital, tanto monetario como cultural. Una pequeña burbuja en la que ni siquiera importa quién es el que pretende ser el próximo gobernador de la ciudad. Una burbuja desde la que no se debe ver lo que pasa más allá. ¡Qué importa lo que pasa allá, si todo esta acá!
Una pequeña burbuja funcional que encierra a los habitantes en círculos cerrados y viciosos.
El que no tiene no es. Cuánto más tengo más soy.
De pronto a veces frente al espejo debajo de ropas, binchas, pulseras, maquillaje, carpetas, con el celular en una mano, mi llavero conformado por 5 llaveros en la otra, prendiendo el pendrive en el bolsillo preparándome para salir, me veo. Detrás de todo me veo… y sólo se me ocurre preguntarme: ¿Cuántas cosas más me tengo agregar para llegar a ser yo misma?