domingo, mayo 03, 2009

Simplemente la seguí

Iba en el subte, perdido, como siempre. Iba a una entrevista de laburo. Estaba desocupado y lo necesitaba. Después de dos estaciones me senté. El subte iba hasta las bolas. Al lado mío iba sentada una mujer, morocha, el pelo muy lacio y largo. No llegaba a verle la cara pero sabía que lloraba. Hasta mí llegaba su perfume. Suave, tostado, pero con un dejo amargo casi imperceptible al principio. Cuando me paré para bajar ella se paró a mi lado. Ya no podía dejar de mirarla. Bajamos juntos, dejé que se adelantara, para poder verla. Subió adelante mío la escalera. Tenía un andar cansino y suave, parecía que se deslizaba.
Yo tenía que caminar 3 cuadras hasta la entrevista. Ella seguía adelante mío y yo iba como embobado detrás suyo. Me hipnotizaba la manera en que caminaba, como se acomodaba el pelo, las figuras que dibujaban sus manos en el vaivén del andar.
Sé que en algún momento pasé por la puerta del lugar de la entrevista, pero seguí de largo. Ya no me importaba. Lo único que quería era conocerla, y simplemente la seguí. En un momento se detuvo delante de una puerta, yo me frené a su lado, mirándola. Ella buscó en su bolso las llaves y abrió la puerta, no me miró, casi como si no se diera cuenta de que estaba parado al lado suyo como un imbesil. Entró y aún sin mirarme dejó la puerta abierta para que pasara.
Me dejó seguirla, siempre a cualquier lugar que fuera.
Me cuidó, y sé que me quiso.
Un poco, siempre, como el imbesil que fui, siempre detrás suyo. Siguiéndola, simplemente siguiéndola.

2 comentarios:

la pendeja dijo...

que bueno que escribas seguido ... me gusta como escribís (ya sabés).
Imbécil, se escribe así, con C

Clarita dijo...

Era obvio... En alguna la tenía que cagar...