miércoles, agosto 27, 2008

Por qué será que nos gusta tanto Dolina?

Hoy escuchándolo, como casi siempre, me pasaron algunas cosas.

Él hablaba de los premios y la televisión. Hacía una reflexión. Planteaba que deberíamos por un tiempo, un rato aunque más no sea, aislarnos de los medios. De la super comunicación. Apagar el celular, la computadora, la radio y por supuesto el televisor.

Una experiencia muy gratificante, por cierto, la viví casi todo el verano y en parte (no totalmente, ya que el celular si lo usé) hasta ahora. Igualmente no soy capaz de vivir plenamente, ya, sin la supercomunicación.

En fin... él reflexionaba y yo me sentía identificada. Me sentía parte de un grupo de intelectualoides que disfruta aun de una charla cara a cara. Que disfruta de la ironía, la paradoja, la metáfora... Y de golpe me sentí elitista y ya no me gustó nada. Sentí que me hacía pertenecer a un grupo que se cree mejor por no elegir el antipersonalismo del chat o del mensajito de texto. Y finamente me di cuenta de que lo que me gusta de escucharlo, con sus ironías, sus reflexiones, sus juegos de palabras, sus idas y vueltas al surrealismo y al ridículo es que requiere de mi atención. Que lo escuche significa que piense en lo que esta diciendo. 

Eso es lo que me gusta. Tener que pensar y atenderlo.

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